Necesarias clases de manejo en el DF
Sin lugar a dudas, cualquier persona que haya manejado por las calles de la Ciudad de México estaría de acuerdo en que ésta es una de las más caóticas y conflictivas del mundo. Incluso se dice que si alguien ha conseguido conducir sin chocar y sin ser chocado puede ser considerado un excelente automovilista, capacitado para manejar en cualquier otra ciudad y bajo cualquier circunstancia.
Uno de los motivos para que esta ciudad sea la pesadilla de los conductores es que, a diferencia de lo que ocurre en casi toda partes del mundo, no se exige a quien se pone al frente del volante que tome cursos de manejo antes de lanzarse a cien kilómetros por hora en una calle donde el límite de velocidad es de sesenta.
Las autoridades tienen una gran parte de la responsabilidad en este asunto, ya que las licencias se expiden a quien sea que pueda pagar la tarifa sin siquiera saber si la persona tiene un conocimiento mínimo del reglamento de tránsito o si conoce o no las señales. Una manera de solucionar esta situación, o al menos de minimizar los daños, es obligar a quienes tramitan su permiso de manejo a presentar un examen después de haber cursado algunas clases.
La dificultad de imponer una medida de este tipo a una población mal acostumbrada a manejar como entiende o como puede es clara. Por eso, los requisitos que habría que cumplir con los cursos previos a la obtención de la licencia serían básicos. Cabe mencionar que una educación cívica básica en materia de automovilismo es también un gran pendiente en esta ciudad.
La primera lección tendría que ser sobre conocimiento elementales del reglamento de tránsito. Saber cuáles son las velocidades permitidas de acuerdo con el tipo de arteria por la que se circula, sitios y zonas en los que se puede estacionar el coche y en los que no, identificación de las señales de tránsito, uso de las luces para dar la vuelta, las intermitentes, la altas, etc.
Una segunda parte podría consistir en instrucción cívica sobre el comportamiento de los conductores para con los transeúntes y los ciclistas. Muchos de los accidentes que se producen se debe a que ambos desconocen quién y en qué circunstancia tiene la preferencia o cuándo deben ceder el paso. También serían positivas algunas lecciones sobre seguridad dentro y fuera del coche.
Un tercer y último tema consistiría en un conocimiento básico del funcionamiento del motor y qué hacer en caso de una descompostura simple. Sería de gran utilidad contar con elementos que nos ayuden a saber por qué razón se descarga la batería y cómo pasar corriente de un carro a otro, así como saber cuál es la forma correcta de cambiar una llanta.
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